martes, 31 de marzo de 2015

El Hombre muerto (fragmento) de Horacio Quiroga


El hombre y su machete acababan de limpiar la quinta calle del bananal. Faltábanles aún dos calles; pero como en éstas abundaban las chircas y malvas silvestres, la tarea que tenían por delante era muy poca cosa. El hombre echó, en consecuencia, una mirada satisfecha a los arbustos rozados y cruzó el alambrado para tenderse un rato en la gramilla. Mas al bajar el alambre de púa y pasar el cuerpo, su pie izquierdo resbaló sobre un trozo de corteza desprendida del poste, a tiempo que el machete se le escapaba de la mano. Mientras caía, el hombre tuvo la impresión sumamente lejana de no ver el machete de plano en el suelo.
Ya estaba tendido en la gramilla, acostado sobre el lado derecho, tal como él quería. La boca, que acababa de abrírsele en toda su extensión, acababa también de cerrarse. Estaba como hubiera deseado estar, las rodillas dobladas y la mano izquierda sobre el pecho. Sólo que tras el antebrazo, e inmediatamente por debajo del cinto, surgían de su camisa el puño y la mitad de la hoja del machete, pero el resto no se veía.
El hombre intentó mover la cabeza en vano. Echó una mirada de reojo a la empuñadura del machete, húmeda aún del sudor de su mano. Apreció mentalmente la extensión y la trayectoria del machete dentro de su vientre, y adquirió fría, matemática e inexorable, la seguridad de que acababa de llegar al término de su existencia. La muerte. En el transcurso de la vida se piensa muchas veces en que un día, tras años, meses, semanas y días preparatorios, llegaremos a nuestro turno al umbral de la muerte. Es la ley fatal, aceptada y prevista; tanto, que solemos dejarnos llevar placenteramente por la imaginación a ese momento, supremo entre todos, en que lanzamos el último suspiro. Pero entre el instante actual y esa postrera expiración, ¡qué de sueños, trastornos, esperanzas y dramas presumimos en nuestra vida! ¡Qué nos reserva aún esta existencia llena de vigor, antes de su eliminación del escenario humano! Es éste el consuelo, el placer y la razón de nuestras divagaciones mortuorias: ¡Tan lejos está la muerte, y tan imprevisto lo que debemos vivir aún! ¿Aún...?

lunes, 30 de marzo de 2015

Teo un niño con síndrome de down de Juan Nuñez



Cuando la integración, conocimiento, respeto y sobre todo mucho amor van de la mano de una historieta se logra un mensaje directo y claro…. “todos somos iguales” y esto es una verdad única. Teo viene de la mano de un amigo y mejor ser humano, el reconocido dibujante Juan Nuñez quien con sus herramientas de trabajo y su talento expresa sus sentimientos en forma de arte en cada aparición de la tira en el diario Primera Edición… gracias Juan.


Posadeña Linda, del Maestro Ayala con el sello Imaguaré

"Posadeña linda pequeña flor de Mburucuyá
Te llevo en la sangre con tu misterio, tu soledad
Vengo de otras tierras, de otros caminos, de otro lugar
A buscar tu lumbre, tus ojos claros, tu palpitar.

Río, río, mío, mío
Dame sueños dame
que quiero soñar."