viernes, 10 de mayo de 2019

Leyenda de Ñanduti (Paraguay)






Se dice que hace mucho tiempo existió una hermosa mujer de nombre Samimbi, por la cual los guerreros Yasyñemoñare (Hijo de la luna) y Ñanduguazú (Ñandu) se disputaban su amor.


Una noche, Yasyñemoñare se encontraba pidiéndole al dios Tupa que le ayudara a ganarse el corazón de la joven, cuando miró hacia el horizonte y observó en una montaña un enorme árbol que tenía en lo alto una especie de encaje de color plateado, que con la luz de la luna resplandecía con una belleza sin igual. El enamorado pensó que sería un buen regalo para su amada, por lo que fue hasta el lugar y subió al árbol para bajarlo.

Por azahares del destino, justo en ese momento Ñanduguazú caminaba por el lugar y vio a su rival de amores subiendo a buscar el encaje de plata en lo alto del árbol. Furioso por los celos al pensar que se lo iba a regalar a Samimbi, decidió llevárselo y sin pensarlo dos veces, le clavó una flecha a Yasyñemoñare, quien murió al instante. El joven subió a tomar el encaje pero al intentar agarrarlo, el telar se rompió y solo le quedó en los dedos el tejido de una tela de araña.

Durante un tiempo Ñanduguazú fue poseído por un fuerte sentimiento de culpa, hasta que finalmente decidió contarle lo sucedido a su madre, quien le pidió que la llevase al lugar en que se encontraba ese telar. Cuando llegaron, pudieron ver que un encaje plateado exactamente igual al anterior se encontraba en lo alto del mismo árbol.

La madre quiso consolar a su hijo regalándole un tejido igual al que se encontraba enfrente de ellos, por lo que observó con mucha atención la ida y venida de las arañas mientras hilaban con tal perfección hasta lograr el encaje. La anciana cogió sus agujas de tejer y utilizando como hilo las hebras blancas de sus cabellos, comenzó a copiar los círculos y líneas que los arácnidos dibujaban, hasta reproducir aquel hermoso encaje plateado.






 Fuente:  Leyendapopular.com

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