martes, 7 de abril de 2015

"El Vasco de La Carretilla", un aventurero solitario en "La Tierra sin mal"



Hay historias de vida que nos llaman la atención, sorprendentes personajes que por sus actos dejan su huella en la historia en actos tan heroicos como impensados.
Justamente podemos encontrar el cuerpo de una de estas personas en el cementerio de Puerto Iguazú, ultima morada de un trotamundos que en solitario supo caminar más de 22.000 kms. llevando consigo solamente una carretilla cargada con sus pertenencias de viaje, 100 kilos de peso que luego de una apuesta en el sur argentino con sus amigos, se transformo en parte de su vida y de apodo: “El Vasco de La Carretilla” o también "El Quijote de una sola rueda", les invito a conocer la historia de este solitario peregrino español llamado Guillermo Isidoro Larregui Ugarte, que terminó su caminata terrenal en nuestra tierra colorada allá por 1964.


Guillermo Isidoro Larregui Ugarte nació en Pamplona el 27 de noviembre de 1885 en el barrio de la Rochapea y llegó a Buenos Aires con solo quince años en 1900. Al inicio trabajó como marino. Después en la Patagonia fue peón en una petrolera norteamericana en la que estuvo hasta 1935. Ese año, durante una reunión con amigos hizo una apuesta que le cambió la vida y que lo convirtió en uno de los personajes más excéntricos de la Argentina.


“Yo me animaría, les dije, a cruzar toda la Patagonia a pie y a ir hasta Buenos Aires con una carretilla. Lo tomaron a broma y uno de ellos me trajo una carretilla. Luego, cuando vieron que yo me disponía a emprender el viaje y que la cosa iba en serio, se sorprendieron”


Tenía 50 años cuando partió para cumplir este sueño. Larregui era un hombre sencillo, fuerte y libre, que llevaba en su carretilla lo necesario para el cuerpo y encontraba en los caminos el alimento de su alma. La solidaridad de la gente, especialmente de la colectividad vasca, hacía más tenues las peripecias que debía enfrentar. El Vasco de la carretilla poseía una sana curiosidad para descubrir lo desconocido. Hablaba y escuchaba a la gente con la atención de los niños. Conocía varios idiomas, como inglés, francés, italiano, alemán y holandés.


Su gran aventura:

La primera inició en 1935, cuando tenía 50 años, partiendo del paraje Cerro Bagual, a 120 km de Comandante Luis Piedrabuena (Santa Cruz), llegando a Buenos Aires 14 meses después.

La segunda la comenzó en 1943, desde Coronel Pringles (Pcia. De Bs. As.) y la finalizó en La Paz (Bolivia).

La tercera la realizó desde Villa María (Córdoba), hasta Santiago de Chile.

Su cuarta y última caminata la efectuó desde Trenque Lauquen (Buenos Aires), hasta el Parque Nacional Iguazú, en Misiones.





Su Carretilla:
La carretilla tenía la base de 70 cm x 110 cm y 30 cm de alto, con los siguientes objetos: carpa de 2,5 m de largo por 2 m de ancho; cama plegadiza, colchón y colcha. Herramientas completas, utensilios de cocina, calentador, juego de lavabo, cepillos, brocha, navaja y provisiones.


La primer carretilla del vasco Larregui Ugarte quedó en el Museo de Luján porque él la donó.
La segunda la utilizó , entre 1936 y 1938, hizo un recorrido desde Coronel Pringles, hasta Bolivia. 
La tercera se la hicieron amigos de Trenque
Lauquen y Beruti en 1943 y terminó seis años más tarde en Puerto Iguazú (Misiones), el lugar que sería su residencia definitiva. Se calculaba que, en total, ya había caminado más de 20.000 km

Su carretilla estaba llena de gauchadas y solidaridad, de paisajes únicos y pensamientos que “El Vasco” no olvidaría jamás.



Iguazú su ultimo destino:

Murió el 9 de junio de 1964, cuando aún no había llegado a cumplir los 79 años en Puerto Iguazú. Lo enterraron en el cementerio de esa ciudad. Se había convertido en un personaje de leyenda y a su alrededor se empezaron a armar los mitos. Había una vez escrito:


"Vivir el ritmo oculto de los campos abiertos llenos de sol. La emoción de la tierra Argentina, llena de generosidades. He aquí mi objetivo. Nadie me podrá quitar la dicha de ser dueño de mi propio destino". Guillermo Larregui, 17 de agosto de 1938)



Se escribió después de su muerte:

 “Esperando un subsidio del gobierno que nunca llegó, Guillermo Isidoro se marchó para siempre, tenía casi 79 años en un periodo donde toda una generación estaba inventando una nueva juventud. Se murió como había vívido, pobre, en paz consigo mismo protegido por los sueños que había realizado, dejando en la tierra las cosas finitas para perderse en las infinitas sorpresas del cielo”.

Una de sus frases ilustra la personalidad y la filosofía de vida de este “Gran Aventurero” solitario:


"Hay momentos en que un Hombre tiene que afrontar el reto, si no, no es Hombre cabal. La Humanidad no hubiera llegado hasta aquí si no hubiesen existido Hombres como nosotros, capaces de jugarse la vida, y no solo el pellejo, por cumplir con un cometido".




Fuente: Wikipedia.



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